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“Algunos factores que hacen exitosas a las escuelas”

“Algunos factores que hacen exitosas a las escuelas”

 

 

Maestría en Liderazgo Gerencial Educativo 

 

 

             Curso:     Derecho y Educación

 

              Catedrático:    Rolando Balmore Pacheco,  

 

             Proyecto de Aprendizaje:  “Algunos factores que hacen exitosas a las escuelas”

 

             Alumnos/a:            Ivette Henríquez

                                         Alfonso Víquez

                                         Ricardo Martínez

                                         Casta Portillo

 

  

Maestría en Liderazgo Gerencial Educativo  2011

 

 

 

1.-Introducción.

 

El presente documento tiene como objetivo dar a conocer  información bibliográfica que respalda una de las cuantiosas necesidades que el sector educativo busca generar,  como son establecer procesos que permitan impulsar escuelas exitosas, pero para ello existen una serie de factores que permiten dar los ingredientes necesarios para pulir nuestras instituciones educativas.

Es por ello que el grupo de alumnos-as de La Maestría en Liderazgo Gerencial Educativo hacen la siguiente presentación del documento: factores de escuelas exitosas.

 

2.-OBJETIVO QUE PERSIGUE EL EQUIPO

Elaborar una propuesta de modelo de escuela exitosa basándose en algunos factores y estrategias ligados a la legislación educativa.

 

3.- POBLACIÓN QUE IMPACTARÁ

Educación básica y media de instituciones públicas y privadas que trabajan con sectores populares.

 

4.- VINCULOS CON LOS TEMAS DE DERECHO Y EDUCACIÓN

ü  Formación docente

ü  Fines de la educación

ü  Educación de calidad

ü  Protección y LEPINA

 

 

 

 

 

Algunos factores que hacen exitosas a las escuelas” 

 

1) Definición del tema o problema, que comprende estadísticas, datos, opiniones y resultados de investigaciones que permiten cuali-cuantificar el problema que se aborda;

  • Liderazgo del director al frente de las escuelas

El modelo tradicional de gestión educativa es más una parte del problema que un instrumento de solución  al mismo. Esto se puede expresar de diversas maneras,  hasta la fecha, la  mayor parte de la gestión ha estado en manos de los Gobiernos, que la han ejercido en forma predominantemente centralista, burocrática y politizada. La mayoría de los ministerios de educación  deciden sobre la construcción y equipamiento de las escuelas, la contratación y políticas de personal, la  dotación de libros, los planes académicos y las evaluaciones, entre otros aspectos tanto académicos como administrativos. Las opiniones y requerimientos de las personas que dirigen y administran localmente las escuelas y, en particular, los directores, poco son tomados en cuenta para la creación de políticas de dirección o liderazgo.

 

  • Clima escolar para una educación integral

De acuerdo con investigaciones, la generación de un ambiente de respeto, acogedor y positivo es una de las claves para promover el aprendizaje entre los estudiantes. Por otra parte, los estudios muestran que el  clima escolar, junto con el nivel socioeconómico y cultural promedio de la escuela, son las variables más  importantes que explican el desempeño de los alumnos.

De ahí que se derivan: un buen ambiente de la clase, un ambiente educacional, Comportamiento del alumno y el comportamiento del Docente. Sin embargo, la determinación partidista de cada uno de aquellos que se relacionan con la escuela hace que existan divisiones y conflictos de intereses. Estos conllevan a crear un ambiente tipificado y particularizado que hace un clima escolar hostil. Cada quien vela por sus propios intereses y le conviene simplemente sentirse bien sin importar las necesidades de los demás.

El maestro considera oportuno tener un espacio para relajarse y dar clases, el alumno busca donde compartir de igual con los suyos y no con el resto de la comunidad educativa, los padres de familia esperan encontrar buenos servicios educativos por lo que pagan. Cada quien mantiene un fin personal.

 

  • Visión y misión compartidos

El tema de la visión y misión compartidas en un centro educativo hace referencia a un grupo de docentes y directivos unificado en torno a objetivos y metas, organización, valores e incluso principios e iniciativas pedagógicas consensuadas y/o compartidas.  Nadie puede negar la gran ventaja de un equipo de trabajo con objetivos comunes frente a otro en el que las individualidades nunca se suman, pues en el caso del primero, las cosas se facilitan mucho más.  Según el estudio de Sammons, Hilman y Mortimore, una de las principales características de las escuelas efectivas, es “Visión y objetivos compartidos”[1] y se refiere a que las escuelas son más efectivas cuando el personal construye un consenso sobre los objetivos y valores de la escuela y los pone en práctica mediante las formas sólidas de colaboración en el trabajo y la toma de decisiones[2].

 

  • Organización escolar y trabajo en red

Organizarse en la escuela es ordenar, controlar, evaluar; pero principalmente es crear una estructura dinámica tal que permita el consenso en torno a objetivos comunes.  Everston (1980)[3] encontró a través de sus estudios, los efectos positivos sobre el aprovechamiento del aprendizaje cuando los maestros consideran y hacen vida dos criterios:  la eficacia y un espacio interno de control; es decir, cuando asumen el evaluar el nivel de alcance de aquello que se busca (el aprendizaje) y cuando existe una estructura organizativa que permite controlar para medir y para apoyar, también para “presionar” de alguna manera hacia el logro de los objetivos comunes.  Está claro que en nuestras escuelas, tanto públicas como privadas, predomina el individualismo y que, especialmente en el caso de las públicas, la defensa de la “autonomía en el aula” pasa por consolidar una cultura “bunker”: dentro de mi aula nadie tiene que ver y nadie tiene por qué evaluarme o cuestionarme. 

Pero la organización escolar también la entendemos como “trabajo en red” pues reconocemos a la escuela, no como una “burbuja de cristal” o “fantasía”, sino como el lugar donde también se educa para comprender y relacionarse mejor con el medio social y familiar que le rodea, que incluso responde a las prioridades productivas y laborales del contexto.  Tal y como lo establece el Plan Social Educativo “Vamos a la Escuela”, cuando establece el primero de los ocho factores para el éxito de una escuela de tiempo pleno: “la constitución y funcionalidad de la red alumno-maestro-familia-comunidad”. 

 

 

2) Base teórica, que explica el tema o problema;

  • Liderazgo del Director al frente de las escuelas
    • Las escuelas—que son las unidades que prestan el servicio en forma directa a la comunidad—normalmente carecen de autonomía para contratar o despedir a su personal o para decidir sobre el uso  de sus recursos y presupuesto. La responsabilidad de sus directores está tan mermada como su  autoridad.
    • Sin embargo, una de las características de fines del siglo XX fue el importante fortalecimiento de la  democracia y de la economía de mercado, con el correspondiente protagonismo de las personas. Esto  trajo consecuencias diversas:

• Descentralización de actividades y servicios públicos;

• Traspaso de empresas y servicios del sector público al sector privado;

• Eliminación de monopolios públicos y privados con un fuerte impulso a la competencia; y

• Fortalecimiento de la capacidad de los usuarios de los servicios, para optar entre distintas alternativas.

  • De ahí que una investigación del Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe (PREAL) investigó algunos procesos que se implementaron para descentralizar el liderazgo. (Ver recuadro)

 

CUADRO DE EJEMPLOS DE LIDERAZGO ESCOLAR

Programas de autonomía escolar y gestión comunitaria de la educación 

EXPERIENCIAS DE ADMINISTRACION DE LA ESCUELA POR LA COMUNIDAD EN EL

SALVADOR Y GUATEMALA

 

El Salvador: Educación con Participación de la Comunidad (EDUCO)

Entregar la administración de la escuela a las comunidades y, particularmente, a los padres de familia, ha sido uno de los logros más importantes de la región centroamericana en la década de los ’90. Por medio de estos programas ha habido, en cada uno de los países, un incremento de la cobertura rural, especialmente de la escolarización preescolar y básica. Las escuelas EDUCO, creadas progresivamente desde 1991, son administradas por asociaciones de padres y madres rurales que reciben recursos financieros del Estado para contratar maestros y apoyar el funcionamiento escolar. Actualmente, la matrícula de EDUCO asciende a más de 200 mil niños y representa, dentro de la matrícula pública, el 52.7% de la educación parvularia, el 24% del primer grado, el 16% del segundo y el 11% del tercer grado.

 

Guatemala: Programa Nacional de Autogestión para el Desarrollo Educativo (PRONADE)

Constituye una estrategia gubernamental para ofrecer educación a la tercera parte de los niños guatemaltecos que al año 97 no asistían a la escuela primaria. Iniciado en 1993, busca aumentar la cobertura y mejorar la calidad del servicio educativo en los primeros tres años de educación primaria en áreas rurales, fortaleciendo la gestión descentralizada y participativa para mejorar el uso de los recursos.

Dota de recursos financieros a las comunidades organizadas legalmente, las cuales administran el servicio educativo en forma descentralizada, fortaleciendo la autogestión comunitaria. Esto, operando a través de los Comités Educativos de Autogestión (COEDUCA) y las Instituciones de Servicio Educativo (ISE).

Las escuelas atendidas por PRONADE están ubicadas en las áreas rurales más pobres del país y el 80% de la población atendida se ubica en comunidades predominantemente indígenas. En la actualidad, el programa cubre la atención de 42 mil niños en preescolar y 237 mil en educación básica. 

 

Clima escolar para una educación integral

La política y la estrategia del buen clima de un centro educativo están basadas en las necesidades presentes y futuras y en las expectativas de los colectivos involucrados.

De manera indicativa, sin un orden establecido de prioridad y sin carácter exhaustivo, el centro educativo, para alcanzar un buen clima, debe:

1. Reflejar los conceptos fundamentales de la excelencia en la definición de la misión, visión, valores y estrategia.

2. Planificar y formular sus políticas y estrategias de forma clara, precisa y coherente con su misión, visión y valores.

3. Establecer a qué tipo de beneficiarios se dirige su política.

4. Estudiar, comprender y prevenir las necesidades y expectativas futuras de los mismos.

5. Interpretar las necesidades de la sociedad y cómo puede ayudar a colaborar en la resolución de los problemas actuales y futuros.

6. Utilizar la información relevante procedente de los beneficiarios, de los asociados, del personal, de la sociedad, de los mejores centros y organizaciones del sector; de datos demográficos y económicos; de las directrices, normativas, legislación y de los avances tecnológicos e innovaciones pedagógicas para concretar a corto, medio y largo plazo las políticas y las estrategias.

7. Considerar y responder a las necesidades que van a tener los alumnos cuando accedan a universidades o instituciones  educativas de nivel superior. Teniendo en cuenta, además, otros requerimientos que exigirá su inserción en el mercado laboral.

8. Comprender y anticipar las necesidades que tienen o tendrán en el futuro los grupos de interés del centro (sociedad, grupo promotor y accionistas -en caso de haberlos-, etc.).

9. Procurar estar actualizado e informado de los avances que se hacen dentro del mundo educativo y otros ámbitos profesionales que pueden afectar al desempeño futuro de los alumnos.

10. Analizar las necesidades y expectativas del centro educativo a la luz de las tendencias predominantes.

11. Atender a las diferencias y necesidades individuales definidas por el ambiente natural, familiar y social, la cultura, el sexo, la edad, la personalidad de cada alumno, sus aptitudes, intereses y limitaciones.

 

Por otra parte, es de carácter importante no sólo centrar la atención en los salones de clases ya que al hablar de un buen clima escolar, nos referimos a todos los actores que conforman el proceso de enseñanza aprendizaje de los alumnos, de ahí entonces es que consideramos una evaluación a terceros.

La evaluación de terceros: Se presentan modelos de encuestas que se pueden aplicar en centros educativos, para recoger información acerca del grado de satisfacción de las personas que reciben sus servicios, para obtener un clima escolar satisfactorio.

Deben utilizarse como herramientas de información para gestionar mejoras y no como instrumentos para descubrir “por qué nos critican”:

• Evaluación de la satisfacción de padres de familia.

• Evaluación de la satisfacción de profesores y

• Evaluación de satisfacción de los educandos.

 

  • Visión y misión compartidos

Como base teórica de visión y misión compartidos encontramos tres factores sostenidos igualmente por Sammons (1999), que están relacionados entre sí en la consecución de ésta característica de escuela efectiva:

  1. Unidad de propósito: se refiere especialmente al consenso sobre los valores y metas de la escuela y que está apoyado en las afirmaciones de varios estudios que lo asocian directamente a la obtención de mejores resultados educacionales[4].  En nuestros centros educativos hace referencia directa al Plan Educativo Institucional (PEI) y a cualquier esfuerzo que parta de una reflexión de las necesidades de la realidad de los estudiantes y de sus necesidades educativas, para luego pasar a un Plan Educativo en línea estratégica.  Por ser un plan que pide ser construido de manera participativa, puede dar pie a un verdadero consenso entre toda la comunidad educativa, consenso que aglutina y canaliza las fuerzas de la escuela y los mismos recursos en consecución de unas metas claramente definidas hasta una calendarización detallada que ordena el accionar.  Lo interesante es que algunos autores como Purkey y Smith (1983) han encontrado una relación directa de éste factor con escuelas exitosas que lograron grandes avances y que están ubicadas en contextos difíciles y que sufren de grandes presiones exteriores.  Por último, también se afirma que la unidad de propósitos cuando se combina con una actitud positiva hacia el aprendizaje y hacia los alumnos, se vuelve un mecanismo poderoso para la efectividad de la escuela (Mortimore 1988).
  2. Consistencia práctica: es la parte práctica docente que se refiere al grado en el que los maestros tienen un acercamiento consistente en su trabajo y se adhieren a un enfoque común sobre asuntos pedagógicos y evaluativos e incluso “disciplinarios”.  En éste sentido, el Plan Social Educativo impulsado por el Ministerio de Educación de El Salvador, ha establecido la prioridad por el “rediseño del aula” volviendo la mirada de los equipos docentes hacia la prioridad por lo pedagógico acompañado de estrategias concretas que piden unificar el enfoque común didáctico-pedagógico[5]
  • De las materias a las disciplinas
  • Del maestro al grupo docente
  • Del contexto de la clase al contexto de la vida
  • De la lección a la investigación
  • De la pedagogía del manual a la pedagogía alternativa
  • Del aula aislada al aula integrada
  1. Colaboración y trabajo colegiado: la participación activa y constante del personal docente es la característica principal que explica la colaboración y el trabajo colegiado.  Se refiere directamente a la participación en el proceso de toma de decisiones en el que las opiniones de los maestros están representadas y son consideradas con seriedad.  Sin duda tiene que ver con la construcción de una organización inteligente que aprende, es decir, con la creación de espacios para compartir y aprender de la experiencia, pero también con la efectividad de ese compartir en la toma de decisiones[6].
  • Organización escolar y trabajo en red

El marco teórico más importante en éste tema es el de una organización para el aprendizaje.  Cuando una escuela maestros y directivos reservan espacios para continuar aprendiendo desde la praxis educativa misma y la reflexión que sobre ella misma se genere, se crea un ambiente de sinergia, de autoevaluación y autocontrol tal que se logran los objetivos altos de la educación.  El aprendizaje tiene más efecto, afirma Sammons, cuando se lleva a cabo en la escuela misma o para la escuela en su totalidad y no dirigido específicamente a maestros individuales[7]. Además es innegable que estamos en la época de una sociedad del conocimiento, donde el ritmo del cambio social y educacional es vertiginoso y la actualización constante requiere la investigación-acción.

En el sentido del “trabajo en red”, afirma el Viceministro de Educación de El Salvador, “es necesario estar plenamente conscientes de que la escuela no puede agotar por sí sola la función educativa … aquí es donde la familia y la comunidad soportan tal requerimiento mediante las asambleas de clase, las comisiones…, las acciones de recreación, las iniciativas culturales, etc., con lo cual se va progresivamente logrando que cada joven vaya definiendo y afirmando su propia personalidad sin perder el contexto de la colectividad a que pertenece”[8].  La experiencia afirma que cuando una escuela está en relación estrecha con su comunidad y sus padres y madres de familia, se puede formar una “red de apoyo” que fortalece las mismas capacidades y recursos de la misma escuela, pero que, además, hace funcionar la educación como mutua relación que prepara al joven a sus relaciones sociales y la respuesta a las necesidades de otros con los que vive.

 

 

3) Fundamento Jurídico, derivado de la legislación primaria, declaraciones técnico-políticas, leyes secundarias y especiales, así como otras disposiciones normativas que se aplican al tema o problema;

  • Liderazgo del Director al frente de las Escuelas

Derivándose así de la legislación primaria la Constitución de la República de El Salvador al referirse en el Artículo 55 que la educación tiene como fin contribuir a la construcción de una sociedad democrática, más prospera, justa y humana, respalda la Ley de la Carrera Docente, cuando en el artículo 48 dice que el Director velará por la integración y funcionamiento de la escuela coordinando las actividades administrativas y técnicas propias de cada organismo para el buen funcionamiento del centro educativo.

 

 

  • Clima escolar para una educación integral

Con cada uno de estos factores y tomando en cuenta la legislación salvadoreña en el artículo 3 literal g de la Ley General de Educación establece que la educación nacional tiene como objetivo mejorar la relación de la persona y de su ambiente, utilizando formas y modalidades educativas que expliquen los procesos implícitos en esa relación, dentro de los cánones de la racionalidad y la conciencia, lo cual nos permite buscar un buen clima educativo. Además dentro de las políticas de educación en el artículo 4 de la misma ley dice que el Estado fomentará el pleno acceso de la población apta al sistema educativo como una estrategia de democratización de la educación. Dicha estrategia incluirá el desarrollo de una infraestructura física adecuada, la dotación del personal competente y de los instrumentos curriculares pertinentes, todo esto como criterios para buscar un buen clima educativo

 

  • Visión y misión compartidos

En línea del fundamento jurídico, la visión y misión compartidos descansa primeramente en la Ley General de Educación, artículos 66 y 67, en los que se afirma que la administración educativa tiene, entre sus objetivos, “planificar, organizar y controlar los recursos y acciones destinados a apoyar los servicios educativos”; y que la implementación de la misma está basada en la descentralización y la desconcentración manteniendo la unidad de las políticas”.  También tiene su apoyo y referencia en el artículo 53 de la evaluación de la educación, afirmando que uno de los elementos primordiales son la medición de la gestión institucional: “la evaluación de la gestión institucional estará referida a las políticas, programas y proyectos de apoyo al desarrollo curricular, relacionados con la calidad de la educación, cobertura, eficiencia y eficacia del sistema educativo”

También la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia (LEPINA), el artículo 81 establece que el Estado debe garantizar el derecho a la educación mediante el desarrollo de políticas para “asegurar una educación plena y de alta calidad” y el artículo 86 establece como responsabilidad del Estado el supervisar el desempeño y aplicación de métodos pedagógicos con la finalidad de garantizar la calidad educativa en centros públicos y privados.  Estas responsabilidades establecidas no se podrán lograr si cada escuela no se organiza en torno a una efectiva planificación, en la elaboración de un PEI realmente construido con participación de toda la comunidad educativa.

 

Organización escolar y trabajo en red

El artículo 67 de la Ley General de Educación afirma que “la administración interna de las instituciones educativas se desarrollará con la participación organizada de la comunidad educativa”.  El apoyo legal a la participación de la comunidad educativa en la toma de decisiones está fuertemente apoyado en la figura del CDE y el establecimiento obligatorio del Plan Educativo Institucional (PEI) a nivel nacional y esto último tanto para el sector público como el sector privado.

Desde el sector de los docentes, la evaluación del ejercicio de la docencia (artículo 25 de la Ley de la Carrera Docente) es un elemento de “evaluación permanente” y abarca la aplicación al trabajo y la aptitud docente (artículo 26 de la LCD).  Además, es una obligación de ellos el desempeñar su cargo con diligencia y eficiencia en la forma, tiempo y lugar establecidos por el MINED (artículo 31 de la LCD).  Si la política educativa actual (Plan social educativo) va dirigido hacia la implementación de una escuela de tiempo pleno que crea una “red alumno-maestro-familia-comunidad” entonces es obligación el caminar en éste camino.

Por último es de rescatar el gran aporte que la Ley de Protección Integral a la Niñez y adolescencia (LEPINA) favorece al dejar establecido un Sistema de Protección y el funcionamiento de Comités Locales (municipales) y de toda una “Red de Atención Compartida” (artículos 169-175 de la LEPINA) que será fácilmente aprovechable para la atención, remisión e intervención de tantos casos de jóvenes que sufren violencia o están en situaciones de prevención secundaria o terciaria.

 

 

 

4) Propuesta: programa, política o modelo que se propone para enfrentar el problema.

El recorrido por estas cuatro características nos lleva a proponer un modelo que facilite la implementación de las mismas en el contexto de El Salvador:

En cuanto al liderazgo del director(a), se propone:

En primera instancia, generar la conciencia a nivel político de cambiar los procesos de selección de los directores(as) volcando la balanza no solo en su antigüedad o nivel o moralidad como lo establece la ley, sino también en sus capacidades gerenciales y de liderazgo positivo y en la evaluación de su desempeño anterior.  Además, creemos necesaria  la creación de una política que garantice la formación continua del director(a) y el seguimiento a su práctica gerencial especialmente traducido desde un enfoque de competencias.

En éste sentido, vale la pena poner nuestra visión de algunas de éstas competencias y/o estrategias de liderazgo a desarrollar por lo directores:

  1. Tener un liderazgo consultivo y participativo
  2. Definir una planificación funcional con todo el personal de la escuela
  3. Monitorear e implementar el desarrollo de las actividades programadas
  4. Difundir la planificación estratégica en los diversos niveles de la escuela.
  5. Motivar la enseñanza y aprendizaje de los alumnos y profesores
  6. Propiciar que las actividades estén de acuerdo con los objetivos de la escuela.
  7. Obtener y monitorear información estadística (Todo consultivo, aplicando encuestas) que oriente la ejecución de los planes de acción por cada área de trabajo

 

En cuanto al clima escolar para una educación integral, se propone específicamente la integración de los elementos alrededor de una mística y ambiente educativos, optimistas, motivacionales y agradables.  Esta propuesta se basa en la posibilidad de lograr una educación integral abierta a la cultura, el deporte, el arte, la recreación, las expresiones infanto – juveniles.  De manera específica se necesita crear conciencia en torno al aumento del financiamiento de la educación, pues, de lo contrario, la realidad de universalizar la calidad de la educación en temas como infraestructura, medios, recreación, cultura y otros, no será posible.

Se puede afirmar la propuesta aclarando algunos puntos que favorecen de manera especial un buen clima educativo:

  • Mejora en la calidad del clima organizacional de la escuela, en particular por la profundización de las conversaciones entre los directores y sus maestros, mejor nivel de comunicación y mejor capacidad para negociar conflictos.
  • Mejora de los planes de acción de la escuela, capaces de mostrar nuevo significado para el trabajo académico.
  • Mejora en la convivencia entre educadores con un sentido de corresponsabilidad.
  • Oferta educativa integral, que permita desarrollar en los educandos el desenvolvimiento protagónico de sus competencias.
  • Amplia infraestructura.
  • Acceso a la tecnología de punta, permitiendo crear o hacer uso de redes informáticas.

 

En cuanto a la visión y misión compartidos, proponemos insistir de manera clara, pero con espacios dedicados e incentivos, a la planificación compartida y al mutuo compartir especialmente entre la planta docente, pero también de ellos para con los miembros de la comunidad educativa.  Este un tema delicado pues no se trata de “quitar” días lectivos, sino de aumentar tiempos y espacios para la planificación y el aprendizaje compartidos.  Obviamente una política como ésta requiere resolver un sistema de incentivos a los docentes para que den su tiempo o disminuyan sus tiempos “libres”; y una correcta política de incentivos a los docentes en todo sentido, puede ser lo ideal; una política que se base en incentivos económicos, pero también de formación profesional reconocida que le permita ascender, no de manera fácil o automática, pero sí reconocida oficialmente.

Creemos esencial entonces:

  • Tiempos previstos y monitoreados para las planificaciones y evaluaciones institucionales de manera participativa y también para el mutuo aprendizaje.
  • Política de incentivos a los docentes
  • Amplia participación democrática de parte de los estudiantes y los docentes incluso en la toma de decisiones.

 

En cuanto a la organización y trabajo en red, proponemos una política de participación y apoyo interinstitucional y de apoyo local que favorezca la identificación de la escuela con su comunidad y con los actores locales.  También el promover una organización centrada en lo pedagógico.

Todo esto requiere una política de articulación de redes de apoyo a las escuelas y un funcionamiento en red de las mismas escuelas.

 

 

 

 



[1] . Pam Sammons, Josh Hilman y Peter Mortimore, Características clave de las escuelas efectivas (resumen ejecutivo), versión digital completa; SEP Instituto de Educación de la Universidad de Londres, Primera reimpresión 1999.

[2] . Idem, “Visión y objetivos compartidos”, pág. 4

[3] . Sammons y otros, “organización eficiente” en Características de…, versión digital, pág. 9.

[4] . Según Sammons, la unidad de propósito como factor asociado a mejores resultados educacionales, está apoyado por conclusiones de varios estudios y opiniones: Trisman et al. 1976; Rutter et al. 1979; Venezky y Winfield, 1979; Lightfoot, 1983;  MacKenzie, 1983;  Lipstiz, 1984;  California Assemblv, 1984;  United States Department of Education, 1987;  Stoll y Fink, 1984

[5] . Viceministro de Educación, Transformación de la educación Plan Social Educativo 2009-2014 “Vamos a la escuela”, Presentación del Plan Social, San Salvador abril 2010.

[6] . Peter Sen, Escuelas que Aprenden.

[7] . Sammons y otros, pag. 16.

[8] . Viceministro de Educación, Transformación de la educación Plan Social Educativo 2009-2014 “Vamos a la escuela”, Presentación del Plan Social, San Salvador abril 2010.

 

Financiamiento de la Educación: ¿imposibilidad o apuesta al desarrollo?

Financiamiento de la Educación: ¿imposibilidad o apuesta al desarrollo?

FINANCIAMIENTO DE LA EDUCACIÓN:

¿IMPOSIBILIDAD O APUESTA AL DESARROLLO?

 

“Dime qué eliges y te diré quién eres y qué piensas”; la vida se presenta muchas veces como un juego de decisiones frente a diferentes opciones que nos llevan a revelar cuáles son nuestras prioridades.  Dicha comparación y juicio sirve para el tema del financiamiento de la educación en El Salvador… es cuestión de elección, de pensamiento, de apuesta y de cambio cultural.  En el presente artículo tocaré el tema del financiamiento de la educación como un problema de elección y reto cultural y económico amparado en documentos de derecho y acuerdos internacionales de mucha importancia.

La Cumbre Iberoamericana en Mar de Plata (Argentina) “Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios” establece con toda la claridad, en la meta general 10, “invertir más e invertir mejor”; “aumentar el esfuerzo económico de cada país para el logro de las metas educativas 2021” y se ha llegado a definir un 6% u 8% del PIB nacional de inversión en educación como “lo necesario”.  Y es que dicha meta aplaudida y firmada como compromiso a cumplir al año 2021 no es fortuita: el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho a la educación; que la educación debe ser gratuita, al menos en la educación elemental y fundamental y que incluso los estudios superiores en cuanto al acceso deberá ser igual para todos”.  Es decir, se trata de un derecho inherente a las personas humanas y que los Estados tienen la obligación de garantizar (artículo 53 de la Constitución de la República de El Salvador: “es obligación y finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión –la educación-”)

Nuestra educación está financiada por el 2.8% del PIB nacional (año 2009)[1] y aunque tiene la promesa de llegar a un 5.5% en el año 2015 según el IV Encuentro de Vicepresidentes de la región Centroamericana y El Caribe realizada en febrero 2011[2], deja serias dudas de poder alcanzarlo en tan poco tiempo.  De hecho el comportamiento acumulado de la inversión en educación se ha mantenido en el mismo puesto en los últimos 4 años (entre un 2.7% y un 3% del PIB y no necesariamente en forma de crecimiento).

El gran dilema es la priorización del destino de los fondos estatales (de destino del dinero de nuestros impuestos al fin y al cabo): paquetes escolares, alimentación y salarios, o mejoramiento a la calidad de la educación de una manera definida y valiente.  La solución del dilema se ha amparado en el apoyo de la ayuda internacional por medio de proyectos o préstamos en todo aquello que “no alcanza” desde las opciones políticas del presupuesto nacional.

Personalmente creo que sigue siendo un tema de elección sabia.  Y para ello un ejemplo: cuando un estudiante de sexto grado de la Escuela Montegrande elige ahorrar todo lo que le dan para comprar en la tiendita de la escuela con la intención de comprarse una calculadora, está haciendo un razonamiento importante: le apuesta a lo que le permitirá estudiar de mejor manera y progresar a alta velocidad en comparación con otros de sus compañeros.  Y su decisión no significa que no necesite ese dinero para aplacar su hambre y que por lo tanto sea pobre como todos sus compañeros del cantón.  ¿Cuál fue su dilema?: o consumo “churritos” todos los días o tengo mi calculadora con funciones especiales.  Visión a corto plazo o visión a mediano/largo plazo.  ¿Cuál es el dilema nacional?  O le apuesto los fondos estatales al corto plazo o al largo plazo.  Mi opinión es que se ha buscado la apuesta al largo plazo dependiente, en mucho, de la ayuda internacional.  Y yo me pregunto: ¿qué dará mejores efectos a largo plazo?

Por eso también es una cuestión cultural, porque si nuestro enfoque es una cultura consumista, de simple gasto de remesas y no de inversión, veremos siempre bien que “se gaste” el presupuesto y no que “se invierta”.  Si nos quejamos de un país en el que la apuesta productiva lleva ya algunos años sin madurar en líneas fuertes de diferencia competitiva frente al mercado internacional, no podemos esperar el progreso con fondos bajos para la educación y menos con fondos mal direccionados.  Porque lo obvio no se explica, pero es bueno afirmarlo: de nada sirve aumentar el presupuesto si se focaliza mal, si no se apuesta a la productividad del país de manera inteligente, a formar a nuestros niños y niñas en la creatividad, en el trabajo en equipo, en aprendizajes integradores, en el saber científico y cultural, en la tecnología de punta y principalmente en la calidad de lo educativo, de lo pedagógico.  Y lo repito con otro ejemplo, no es un nuevo “APREMAT” lo que hace falta, es un “APREMAT” con fondos del Presupuesto Nacional, dejando posiblemente de “comprar en la tienda de la escuelita”, de los centros comerciales, de lo banal o necesario pero sacrificable (no de lo básico e importante y digno para vivir) para ahorrar e invertir en lo que creará diferencia humana en primer lugar, pero también técnica y competitiva.  Y ello en un acuerdo de país que consolide personas integrales con mejores competencias y aumente nuestra productividad.

Tal apuesta significará sin duda sacrificio de algunas cosas, el forjar la voluntad también y el apostarle a una sociedad más solidaria, que lleve adelante el principio de subsidiariedad y participación.  En fin una sociedad más convencida de lo que quiere como nación, de sus objetivos y metas y de la identificación con dichas metas en común.  Y los valores necesarios para ello abundan en El Salvador, más de lo que creemos nosotros mismos.  Es necesario, en fin, replantearse los motivos y hacer mejores decisiones y apuestas como nación a largo plazo.

 



[1] . Datos dados por el MINED y publicado por la Prensa Gráfica el 20 de enero de 2010, art. Escrito por Fernando Romero

[2] . Tomado de NOTICIAS de la página web del Ministerio de Educación de El Salvador.

Educación, realidad y derechos humanos

Educación, realidad y derechos humanos

EDUCACIÓN, REALIDAD Y DERECHOS HUMANOS

La educación, afirma Marcela Castro Loría (2005) “nace como una libertad esencial del hombre, una libertad de libertades” pues está relacionado con las principales libertades del ser humano: la libertad ideológica (conciencia y pensamiento), la libertad de expresión, de religión, de formación y transmisión de pensamiento.  Interpretando tal afirmación podemos decir que el derecho a la educación es la puerta que permite el cumplimiento de otros muchos derechos que son esenciales al ser humano.  El gran obstáculo del que somos testigos en El Salvador, es que tal derecho se ve violentado por elementos ligados a la violencia pura y simple, que de una manera tajante y cortante frustra muchas veces procesos, posibilidades y oportunidades educativas.

El rostro de dichos obstáculos es hoy por hoy, en su manifestación clara y visible, la muerte (el asesinato cruel) de muchos jóvenes y las amenazas, la “renta” o extorsión; además de las otras manifestaciones de violencia física y psicológica grupal o individual.  Los números hablan por sí mismos: 34 estudiantes asesinados a nivel nacional entre enero y junio durante el año 2010 (Diario Digital ContraPunto 15 junio 2010) y ya van 3 estudiantes asesinados en las primeras cuatro semanas de clases en lo que va del año lectivo 2011.

Las consecuencias de la violencia en éstas manifestaciones tiene algunos “amparos” o asideros en los vacíos de ley o reglamentos oficiales en educación que agravan la situación: sistemas de prevención e intervención a centros educativos en crisis ligados a la implementación de la LEPINA y la seguridad y protección a la labor docente por amenazas de ser asesinado son los dos casos a los que quisiera referirme en el presente artículo.

Cuanto hablamos de sistemas de prevención e intervención en centros educativos “en crisis” por la violencia, deberíamos entender que la prevención pasa por la comprensión sistémica de un fenómeno que tiene muchas manifestaciones visibles en la violencia, pero cuyas causas van más allá llegando a la familia, la comunidad misma y la relación a un sistema de prevención y protección efectivo y real.  En El Salvador, un gran éxito es la creación y puesta en vigencia de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia (LEPINA) pues supone la creación de un Sistema Nacional de Protección de la niñez y adolescencia (SNPINA); dicho sistema está sustentado en la creación del Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CONNA), las juntas de protección y comités locales de los derechos de niños y jóvenes.  El gran problema actual es que, a pesar de que la LEPINA ha entrado en vigencia desde enero 2011, ni el CONNA, ni las juntas de protección o comités locales han sido creados por el Gobierno aduciendo “falta de presupuesto” y revelando falta de voluntad política y previsión en temas sumamente esenciales.  No hay duda de que si el Sistema Nacional de Protección entra en funcionamiento real, muchos centros educativos tendrán también la posibilidad de acudir a las juntas y comités locales de los derechos de niños y jóvenes y de que el Instituto Salvadoreño de la Niñez y Adolescencia (ISNA) mejore la calidad de atención al tema de “protección” que tanto necesidad tienen nuestros niños(as) más vulnerables a la violencia y la pobreza en sus múltiples consecuencias y manifestaciones.

La seguridad y protección a la labor docente tiene sus fundamentos en la misma Constitución de la República (artículo 53) cuando afirma que “el derecho a la educación y a la cultura es inherente a la persona humana; en consecuencia es obligación y finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión”.  Y si su conservación no es posible por motivos de inseguridad, de amenaza directa a la vida de los estudiantes y en éste caso de los docentes, obviamente se ve amenazado el cumplimiento de éste artículo constitucional.  Se vuelve un deber del Estado asegurar entonces ambientes seguros y en los que se proteja y difundan los derechos humanos.  Tal y como lo reafirma la misma Ley General de Educación en los Fines de la Educación Nacional, es necesario “inculcar el respeto a los derechos humanos” y “combatir todo espíritu de intolerancia y de odio” … las amenazas que viven muchos educadores los lleva a un sentimiento de miedo e inseguridad que les inhibe a aplicar incluso ambientes de disciplina necesaria dentro del aula; allí empieza la ruptura de ambientes que difundan derechos humanos pues ya no importa lo educativo, sólo importa el impartir clases sin educar; la posibilidad de la corrección, del cumplimiento de normas de comportamiento y de la escucha y respeto mutuo se ven directamente amenazadas. Frente a ésta situación están dos temas asociados: la manera de enfrentarlo como centro educativo y comunidad educativa (cuyo desarrollo no alcanzaría para el presente artículo) y la asistencia de disposiciones y vías legales y administrativas como la posibilidad de los traslados en caso de comprobada amenaza de muerte al docente o a su familia.  Respecto a éste último, nos encontramos que cuando un profesor(a) se ve envuelto en una situación como ésta, está “dejado a la suerte” literalmente, pues depende muchas veces del apoyo de las autoridades del MINED a la comprensión del caso. De hecho el docente debe acudir a la comunicación directa de su situación pero como su plaza está sujeta a determinaciones en lugar y especialidad, muchas veces queda a la simple espera de la resolución de su caso y/o a la posibilidad de que otro docente ceda su plaza por diferentes motivos; algunos incluso se sienten obligados a permanecer en el puesto de trabajo por miedo a perder su ingreso económico mensual.  Pareciera existir un Decreto transitorio que dejó de funcionar en diciembre del año 2010 para el tema de traslados y cuya existencia no se pudo comprobar, pero eso no resta a la realidad de un vacío real en las vías legales y administrativas en éstos casos.

La implementación de la Ley LEPINA como derecho vigente y positivo y el arreglo a vías legales y administrativas en atención a casos emergentes son dos temas urgentes de saldar a nivel nacional frente a la cultura de violencia y en búsqueda de un estado de derecho que garantice el derecho a la educación.  La propuesta que podemos impulsar para saldar ésta deuda social y legal debería ser, en primera instancia, la denuncia social de estas situaciones y en segunda instancia la manifestación pública y organizada de denuncia de las mismas.  Y no estoy hablando de “huelgas”, pero sí de diferentes medios para hacer gestión política e incluso presión social frente a quienes toman las decisiones políticas.  Por supuesto que la difusión de la Ley LEPINA entre los estudiantes y madres y padres de familia es una buena estrategia para crear conciencia y abrir caminos.

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